Por Mauricio Ortega
Ph Aloha Studio
Corresponsal en Guadalajara
El violinista neerlandés visitó la perla tapatía el pasado sábado en compañía de su Johann Strauss Orchestra para presentar un espectáculo que deslumbró por la calidad y empatía de su ejecución musical. El Cielito Lindo de Quirino Mendoza se hizo presente en la velada para emocionar al recinto que lució abarrotado.
La primer noche de André en el Auditorio Telmex comenzó con exacta puntualidad. Cientos de personas comenzaron a arribar al inmueble desde las 19:30 hrs para asegurar su estadía en el primer acto.
Ni un minuto más, ni un minuto menos. Fue en punto de las 21:00 hrs cuando los reflectores apuntaron el fondo del recinto, destacando la figura del holandés y sus más de cuarenta músicos, los cuales brotaron desde el tumulto del público encaminándose al escenario, recibiendo una gran ovación.
Una monumental pantalla de efectos tridimensionales fue la encargada de crear ilusiones para cada pieza del músico. La escenografía se montó en una tarima de tres niveles cubierta por decenas de flores, ofreciendo un agasajo visual digno de una gala de película.
André Léon Marie Nicolas Rieu, su nombre completo, hizo un clic inmediato con su audiencia, de hecho, no le fue complicado romper el hielo con las escasas palabras que conocía en español.
“¡Buenas noches señores y señores! Buenas noches es lo único que hablo en español (risas)”, el también compositor se mofó de su situación y en consecuencia prosiguió a presentar a su traductora, quien en esta ocasión resultó ser la conductora Atala Sarmiento.
“Acabamos de grabar un álbum y estará pronto en el mercado mexicano para destinar los fondos a la causa, ¡Viva México!” dicho lo anterior, los más de¡ 8 mil asistentes aplaudieron hasta el entumecimiento.
Entre cada tema, el holandés aprovechaba para interactuar con los invitados, era entonces cuando en una de esas intervenciones recordó a forma de anécdota que el público tapatío era el más musical del mundo, para comprobarlo llevó a cabo la siguiente dinámica:
Portando en todo momento su violín y vistiendo un elegante traje negro, apuntó a las diferentes secciones del aforo para dividir a la audiencia en categorías de sopranos, altos y bajos. Una vez que los puso a cantar, el director denominó la actuación como la mejor, apodando a su vez al público como “el coro de las
monjitas de Guadalajara”.
Momentos antes del intermedio, el músico indicó que era momento de algo especial; en la pantalla se proyectaron una guitarra, un nopal, una piñata y un sombrero. Segundos después el Cielito Lindo comenzó a sonar y las más de 8 mil voces se hicieron una para entonar las estrofas del tema.
Las piezas más emblemáticas de la música clásica comenzaron a reclamar su lugar, temas como Think Of Me de El Fantasma de la Opera destelló grandeza y ternura con la potente interpretación de una bella soprano.
El Danubio Azul, pintó de azul la sala y el público emocionado se puso de pie para acompañar los ritmos con suaves movimientos. Los espacios reducidos de los pasillos no fueron impedimento para que parejas de todas las edades disfrutaron de un momento de baile con buena música.
La velada concluyó después de dos horas y media como auténtica fiesta, decenas de globos cayeron desde lo más alto para cerrar con broche de oro la primera noche exitosa de André Rieu y su orquesta en Guadalajara.
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